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Después del siglo XIX, se aplicaron uno tras otro motores de vapor, motores eléctricos, el motor de combustión interna y otros dispositivos de energía, creando condiciones favorables para la llegada de las naves espaciales. En 1851, Henry Giffard de Francia construyó una nave espacial cargada con hidrógeno, helio, aire caliente y otros gases para generar elevación y elevarse en el aire. Fue impulsado hacia adelante por una hélice o un motor a reacción y podía volar en cualquier dirección. La nave tiene una longitud de 44 metros, un diámetro de 12 metros y un volumen de 2499 metros cúbicos. Un motor de vapor de tres caballos de fuerza lo impulsa. Se parece a un cigarro.

El 24 de septiembre de 1852, Giffard llenó el aire con hidrógeno y pilotó la nave espacial, volando 27 kilómetros a una velocidad de 10 kilómetros por hora en Ibero dorm, un suburbio de París, estableciendo el récord de vuelo de la primera nave espacial del mundo.